El 17 de abril de 1998, al suroeste de Pochiv, en Buzsacan ocurrió algo que permaneció en la memoria de los presentes durante muchos, muchos años.
Eran pasadas las 19h en la fábrica de alubias cocidas de Molvaria, a las afueras de la ciudad. El guardia de seguridad, Jens Lebedev, estaba haciendo su primera ronda de la tarde cuando escuchó un ruido que venía del edificio donde se guardaban los recipientes para las alubias. Jens entró en la instalación, preocupado de que pudiera tratarse de los mismos delincuentes que hacía poco habían echado alubias en su termo con café.
Sin embargo, al abrir la puerta del edificio no vio a los delincuentes. Se dio cuenta que el recipiente número 4 (el más grande y nuevo de todos) estaba vibrando con muchísima fuerza. El instinto de Jens hizo que saliera corriendo, temiendo por su vida.
Pasados unos momentos, el recipiente número 4 explotó.
La ciudad se llenó de alubias, e incluso encontraron algunas a un kilómetro de distancia. La explosión fue tan fuerte que se hizo notar hasta en la ciudad de Mitrov, a casi 40 kilómetros de distancia al norte. Los primeros informes acerca de varios heridos (en base a declaraciones de testigos que habían visto a gente cubierta de sangre) resultaron ser falsos, ya que se descubrió que había sido salsa de tomate.
Jens sobrevivió al accidente, pero nunca más volvió a comer alubias cocidas.